sábado, 19 de mayo de 2012

Resumen: Veblen, Normas pecuniarias del gusto

Thorstein Veblen, «VI. Cánones pecuniarios de gusto» en Teoría de la clase ociosa, México, FCE, 1974, pp.121-172.

Resumen versión de Magaly Alcántara

Ciertos patrones del gusto entre la sociedad están determinadas por un factor pecuniario. En gran medida las normas reguladoras del consumo vienen de las exigencias del  derroche ostensible, pero la motivación primordial en el consumidor gira en torno a adquirir un status de honorabilidad frente a los demás. Socialmente se irá desarrollando un código de normas acreditadas de consumo, cuyo efecto será obligar al consumidor a mantener una norma de gasto y despilfarro en su consumo de bienes y en el empleo de su fuerza y de su tiempo; estas normas influirán y traerán efectos en la vida económica y en ciertas facetas de la conducta social.

Es tan fuerte la influencia de los principios del derroche ostensible que contribuirá a forjar hábitos de pensamiento social, que se verán reflejados en el modo en que socialmente se determina lo honesto y prestigioso en la vida. El canon que deriva de este derroche ostensible incluso toca y transforma diversos sentidos, como los del deber, la belleza, la utilidad etc.

Los cánones de reputación pecuniaria, por ejemplo, han afectado las nociones sociales acerca de los atributos de la divinidad. También es notable cómo la percepción de lo bello se delimita y está en función de una característica de ostentación y un precio económicamente elevado: la forma de ver a un objeto corresponde más a una  apreciación honorífica que a una apreciación estética.

Sin embargo, estos patrones no suelen estar presentes de forma consciente en las apreciaciones y normas de gusto de las personas, pero sí son determinantes como norma coactiva que modela, selecciona y guía la capacidad de distinguir entre lo que puede ser legítimamente aprobado o entre lo que puede llegar a ser bello o no. El objeto ha adquirido una posición honorífica, pues debido al derroche ostensible que deviene de él se convierte en un objeto bello. Hay que señalar y determinar cuáles son, entonces, las bases económicas que hay dentro de estos cánones de gusto y percepción. Mediante diversos ejemplos de consumo en animales, flores y otros artículos cotidianos, es posible descubrir que el gasto y consumo de estos objetos es guiado en buena medida por los criterios de reputación pecuniaria.

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