domingo, 27 de mayo de 2012

Resumen: Darwin, Selección natural

Charles Darwin, El origen de las especies, cap. III y IV.

Resumen versión de Valeria Molina

Debido a la lucha por la vida, las variaciones entre individuos tienden a la conservación de los mismos; son, en general, modificaciones heredadas, cuya descendencia a su vez tendrá así mayor posibilidad de sobrevivir. Este principio, por el cual toda ligera variación, si es útil, se conserva, lo denomina Darwin con el término de selección natural.

La lucha por la existencia se entiende en un sentido amplio, incluye la dependencia de un ser respecto de otro y el éxito al dejar descendencia. Esta disputa resulta inevitablemente de la rápida progresión en que tienden a aumentar todos los seres orgánicos; de aquí que, como nacen más individuos de los que pueden sobrevivir, tiene que haber en cada caso una lucha por la existencia, ya sea entre organismos de la misma especie o especies distintas, ya con las circunstancias físicas de la vida. Todas las plantas y animales tienden a aumentar en progresión geométrica y, en condiciones óptimas, cualquier especie poblaría con rapidez un territorio; esta tendencia geométrica ha de ser contrarrestada por la destrucción en un periodo de la vida. Si se disminuye cualquier obstáculo, si se mitiga la destrucción aunque sea un poco, el número de individuos de la especie crecerá casi instantáneamente en cantidad cada vez mayor.

El total de alimento para cada especie señala naturalmente el límite extremo a que cada una de ellas puede llegar; pero, con frecuencia, lo que determina el promedio numérico de una especie no es el obtener alimento, sino el servir de presa a otros animales. Asimismo, el clima desempeña un papel importante; las épocas periódicas de frío o sequedad extremos parecen ser el más eficaz de todos los obstáculos para el aumento de individuos. La lucha será casi siempre muy severa entre los seres de la misma especie, pues frecuentan las mismas regiones, necesitan de la misma comida y están expuestos a idénticos peligros. La lucha, si entran en mutua competencia, será, en general, más rigurosa entre ellos, que entre especies de géneros distintos.

Aunque la naturaleza concede largos periodos de tiempo para la obra de la selección natural, no se trata de un espacio indefinido: todos los seres orgánicos se esfuerzan por ocupar puestos en la jerarquía de la naturaleza, cualquier especie que no se modifique y perfeccione en el grado correspondiente con relación a sus competidores se extinguirá. Las variedades intermedias serán, a la larga, generalmente, suplantadas por alguna de las variedades que viven contiguas. Los descendientes modificados de cualquier especie prosperan tanto mejor cuanto más diferentes lleguen a ser en su conformación y resulten, de este modo, capaces de usurpar los puestos ocupados por otros seres. En la lucha de la vida hay una tendencia constante en los descendientes perfeccionados de una especie cualquiera a suplantar y exterminar en cada generación a sus precursores y a su tronco primitivo. La lucha es, en general, más rigurosa entre las formas que están más relacionadas en cuanto a costumbres, constitución y estructura. La lucha por la producción de descendientes nuevos y modificados es, principalmente, entre los grupos mayores, que se esfuerzan por aumentar en número.

El hombre no es capaz de crear variedades ni impedir su aparición, puede únicamente conservar y acumular aquellas que aparezcan. Así como el hombre somete los seres vivientes a nuevas y cambiantes condiciones de vida, y sobreviene la variabilidad; del mismo modo pueden ocurrir, y ocurren,cambios semejantes en la naturaleza. La naturaleza no atiende a nada por las apariencias (como hace el hombre), excepto en la medida en que son útiles a los seres; la naturaleza hace funcionar plenamente todo carácter seleccionado. Se puede decir que la selección natural está buscando cada día, cada hora, por todo el mundo, las más ligeras variaciones; rechazando las que son malas; conservando y sumando las que son buenas, trabajando por el perfeccionamiento de cada ser viviente. En la naturaleza, la selección natural puede influir en los seres orgánicos y modificarlos en cualquier edad por acumulación de variaciones útiles. La selección natural obra solamente mediante la conservación y acumulación de pequeñas modificaciones heredadas, todas provechosas para la propia especie, jamás para otra especie.

El simple transcurso del tiempo, por sí mismo, no influye a favor ni en contra de la selección natural; éste es sólo importante para dar mayores probabilidades de que aparezcan variaciones ventajosas. Asimismo, en un territorio grande y abierto no sólo aumentará la oportunidad del surgimiento de variaciones favorables de entre el gran número de individuos de la misma especie que lo habitan, sino que también las condiciones de vida son mucho más complejas. Las nuevas especies producidas en territorios grandes, ya vencedoras de muchos competidores, serán las que se extenderán más lejos y darán origen a mayor número de variedades y especies

Es una ley general de la naturaleza el que ningún ser orgánico se fecunde a sí mismo durante un número infinito de generaciones, ya que, al menos de vez en cuando, es indispensable un cruzamiento con otro individuo. En los animales y plantas, el cruzamiento accidental entre individuos distintos es una ley general de la naturaleza.

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