lunes, 13 de febrero de 2012

08.02 Nobleza griega (Jaeger)

Bitácora de la tercera sesión
Texto revisado: Werner Jaeger, Paideia, Libro I, capítulos 1 y 2

Versión de Julio César Garrido

La clase del 8 de febrero comenzó con la sesión de preguntas. Las preguntas que se formularon y las respuestas a las mismas, son las siguientes:

¿La areté de la mujer sólo es la belleza y en qué sentido? En principio sí, sólo es belleza física, para la satisfacción sexual; debido a que era una sociedad donde imperaba la violencia. Aunque esto empieza a cambiar y después la areté de la mujer también son las labores domésticas y, principalmente, la tarea de mantener y custodiar las tradiciones y costumbres, ya que ella cría y educa a los niños. Es decir, la mujer es la perpetuadora de las costumbres, en analogía con lo que sucede en la sociedad actual.

¿Podemos comprender la palabra “areté” si no tenemos un término idéntico en nuestro lenguaje? Todas las palabras van evolucionando y se van adaptando. Debido a que la sociedad cambia y por lo tanto cambia su sentido lingüístico. Para comprenderla, necesitamos hacer un enorme esfuerzo para entender una cultura diferente de otra época. El término equivalente, más apropiado, es tal vez «virtud», dado que la palabra «virtud» guarda cierta reminiscencia de un pasado aristocrático, en donde lo que importaba era la valentía (pues deriva del latín «vir», «varón»). Sí podemos comprenderla, pero necesitamos comprender el contexto, que en este caso era aristocrático. El significado de la palabra «areté» cambia de ser una virtud guerrera (en un contexto homérico), a ser una excelencia del ser humano.

¿Cómo entender la contradicción entre el reconocimiento individual (la importancia del individuo), y la supremacía de la comunidad (la importancia de la comunidad)? En la Grecia antigua, no existe esta aparente contradicción, porque todo es publicidad, no existía la vida privada, es decir, “el ser es público”. El ideal es comunitario, en el que el individuo está subordinado a la comunidad. Mientras que la individualidad moderno-burguesa, significa una libertad negativa, que está en constante contradicción con la comunidad.

¿Considera Jaeger que la ideología condiciona la materialidad? No. Aunque, sí tiende más a una postura idealista.

Los temas de la clase fueron los siguientes:

La preeminencia de los griegos

La aportación del libro que se analiza radica en que antes de él, se traducía «paideia» sólo como «educación» y después de él, se amplió su significado al de legado cultural de un pueblo o formación integral del ser humano, en un sentido amplio. Consecuentemente, hoy en día, se traduce “paideia” como «formación» o «Bildung» (en alemán).

En seguida, se analizó el problemático surgimiento de la palabra «paideia». Se dijo que antes de existir la palabra «paideia», su significado estaba en potencia en algunos comportamientos. Porque anteriormente, paideia era denominada de otra forma o, mejor dicho, por otras palabras, por ejemplo, se usaba el término “areté”. Lo anterior, debido a que en los grandes textos griegos, como la Ilíada, la Odisea y las Teogonías, no se menciona la palabra «Paideia». Incluso se dijo, que si un texto no nombra una palabra, esto no quiere decir, que en dicho texto no se hable de ese concepto. En resumen, se hablaba del significado de la paideia, antes de que naciera la palabra. Finalmente, se dijo que es relevante saber cuándo surgió la palabra «paideia» en la cultura Griega, porque para muchos autores las raíces de la educación occidental dependen de ello.

Posteriormente, se examinó el contexto del libro de Paideia. Se mencionó que Jaeger lo escribió entre 1931 y 1932 y que se publicó en 1933, el mismo año que Hitler ascendió al poder en Alemania. Es decir, en los años en que los alemanes estaban convencidos que eran los herederos directos de los griegos.

También se comentó que la historia de Occidente comienza con los griegos, no en un sentido temporal, sino en un sentido de principio («arjé») o fundamento. Debido a que los griegos no sólo se dedicaron a narrar el pasado, como otras culturas antiguas, sino que con ellos se dan los inicios de una formación. Porque hacen de la historia los modelos del presente, como un ideal, en torno al cual la vida se ajusta. Es decir, el cambio radical y la grandeza de los griegos es la fusión entre comunidad y destino.

Más adelante, también se dijo que la historia de la cultura de Occidente se da en Grecia, porque aquí se da la ampliación del campo semántico de «nomos» (ley), como «deber ser». En el sentido que la ley, ya no es sólo un instrumento de poder, sino la búsqueda de universalidad; por lo tanto, de algún modo se tenían que incluir ellos mismos en esa legislación. Por eso la filosofía surgió con los griegos, porque ésta sólo podía darse en un pueblo que buscara la universalidad. Es decir, la búsqueda de la universalidad de los griegos, los llevó a la universalidad de comportamiento, que significa postular un «deber ser» o un «ideal» de comportamiento, lo que implica comprender de forma antropoplástica al ser humano: comprender al ser humano como antropoplástico, significa que se puede modelar a sí mismo, de acuerdo con un ideal. Consecuentemente, el gran cambio que se da en la humanidad, a partir de los griegos, es que el hombre se venía modelando sin saber que se modelaba a sí mismo, y con los griegos, el hombre adquiere conciencia que se modela a sí mismo por medio de un ideal. Por eso, para Jaeger los griegos son un pueblo privilegiado, porque descubren el “yo”, que no es sólo físico, sino que significa que el individuo se va formando y está subordinado a un ideal. Este ideal es comunitario, por eso el individuo siempre está subordinado a los demás.

La moral arcaica como fundamento ético

Falsamente se cree que la educación se reduce a un determinado conocimiento técnico. Sin embargo, el conocimiento técnico está subordinado al cómo comportarse. Porque lo más importante no es aprender un conocimiento técnico específico, sino la transmisión de ciertos valores o formas de comportamiento, como en la paideia (formación integral).

Toda vez que los griegos adquirieron conciencia de que el comportamiento no es producto del azar, se avocaron a buscar y establecer explícitamente el «ideal» o «deber ser» del comportamiento del hombre que querían, el cual contenía los siguientes 2 elementos:

1.- El bien. Lo que es bueno para el ser humano.
2.- Lo bello. Lo que hace que un ser humano sea bello, en el sentido de que su vida valga la pena.

Al unir estos dos elementos, crearon su ideal de perfección para el ser humano, el cual es un ideal aristocrático. Lo anterior, llevó a preguntarnos ¿cuál es nuestro ideal de ser humano? Si estamos influidos por el ideal Griego, ¿es compatible éste con la democracia?

Asimismo, se dijo que el ideal Griego por «ser el mejor» o por «destacar frente a los demás», no se refería, como actualmente, a riquezas materiales, sino a una areté guerrera. Esta areté, es más apropiada traducirla como «excelencia por destacar en algo», que en los griegos era una «excelencia guerrera». Aunque esta «excelencia», nos va a llevar a que los demás nos reconozcan, porque el ser virtuoso no puede pasar desapercibido. Es decir, la virtud siempre implica reconocimiento de los otros, porque siempre es en relación con los demás. Cualquier virtud, impuesta comunitariamente, se muestra para que los demás (la comunidad), la reconozcan, pues de modo contrario no tendría ningún sentido. Por eso en Grecia, la virtud iba aparejada con el reconocimiento de la misma.

El reconocimiento honorífico

El último tema de la clase, se inició diciendo que la búsqueda del reconocimiento de los demás, lleva al honor.

También se dijo que una vez impuesto un «ideal» o «deber ser», todos deben cumplirlo, para ser reconocidos y tener honor. Porque si no lo cumplen, la «némesis» (venganza del deber) o el propio destino, lo cumplen en su contra. Por eso se dice que para los griegos el deber ser es impersonal. No sólo por el incumplimiento del deber se genera la venganza, sino que la condición para que esto suceda, es que toda la vida es pública, o mejor dicho, la existencia se da en lo público, consecuentemente la sociedad los obliga a cumplir con el «deber ser». Las éticas primitivas se basan en el elogio y la censura, porque precisamente el elogio y la censura son el reconocimiento de los demás o el modo en que el «deber ser» se ve materializado.

Asimismo, la búsqueda del reconocimiento tiene una raíz más profunda, llamada «filautía», que significa el amor a sí mismo. Pero la filautía, no puede entenderse sólo como un acto de soberbia, porque el yo proyecta un ideal o un estereotipo de los demás, que se aprendió gracias a la formación integral (paideia), de la comunidad. En otras palabras, se asume un modelo de cultura gracias al cual, cierto comportamiento tiene sentido, porque siempre se aspira a ser como los paradigmas o ideales que se aprenden desde niños, es decir, se copian los ideales de vida buena. El amor propio o filautía no es otra cosa que un nombre distinto de la ambición por la eternidad, debido a que se basa en que los demás te reconozcan, por ser excelente, de acuerdo con cierta formación. También se resaltó, que aunque todas las culturas funcionaban de esta manera o tenían el mismo esquema, fueron los griegos quienes descubrieron que así funcionamos, es decir adquirieron conciencia de ello. Consecuentemente, se modela el ideal, porque al darse cuenta que así funciona, se puede ir modificando.

[Texto añadido el 14.02.12]



Versión de Gustavo Baltazar

Durante el desarrollo de la clase del día ocho de febrero, año en curso, se trataron los siguientes puntos: Destacamos cómo para el autor de Paideia es importante voltear la mirada hacia los griegos, pues considera a la sociedad griega como inauguradora de la civilización, tomando en cuenta que la misma historia de occidente comienza con los griegos. Los griegos no imperan tanto por su historia como porque con ellos se da una verdadera instrucción interna: Fusión entre comunidad y destino, explicada a partir de lo siguiente:

(Con los griegos) se da una ampliación en el campo semántico de la palabra “ley” en su sentido universalista y como regulador de una realidad, bien social, o natural, o lo que expuso el profesor: Ley que sanciona a toda la humanidad.

De la misma forma, es con la sociedad griega donde se intenta comprender y moldear el comportamiento a través del “deber ser”, con lo cual (decimos una vez más), se postulan ideales universales y se conforma el concepto de lo antropoplástico: ¡El hombre puede formarse! Comienza a surgir el Yo, que no es otra cosa más que el individuo subordinado a la idea, que, repetimos es comunitaria.

Otro punto a destacar durante la sesión fue la moral arcaica como fundamento ético. El hecho de educar se encuentra subordinado a la formación de preceptos: cómo comportarse. De esta forma, es como se originan los «valores». Hay así un vínculo claro entre el Estado como el procurador de la creación de valores y los ideales.

De acuerdo con lo leído en Paideia, somos regidos por la moral de tipo arcaico de los griegos dado que éstos la heredaron al mundo. Los seres humanos procuramos siempre lo bello y lo bueno, como Aristóteles lo promulgaba, y el reconocimiento de dicha procuración, es decir, que como todo animal político que interacciona en sociedad, se busque el reconocimiento social mediante la censura o la aprobación.

El resultado de todo este actuar social, explicado a la brevedad, nos conduce a nuestro tercer punto desarrollado en la sesión: ¿Cuál es el resultado del honor? El destacamento como el mejor bello-bueno (kalokagathía), como símbolo de excelencia, siendo que ésta es un concepto confundido con el de virtud.

La areté se consolida mediante el reconocimiento social, cuya concretización nos da por resultado una postura honorífica. El reconocimiento social en su conjunto es la expresión del amor propio, pero dichos actos que conducen a conseguir el reconocimiento, no son actos de soberbia, porque se busca copiar lo mejor, es decir, lo ideal, que es una forma diferente de decir que se busca la ambición por la eternidad.

De suceder lo contrario (el incumplimiento del deber) se genera la némesis, es decir, la venganza, el repudio social. Nuevamente destaca el elogio y la censura en la vida pública como motor de las acciones.

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