Resumen versión de Magaly Alcántara
Debilitación del juicio
Aun a pesar de que en nuestro marco histórico actual el mundo vive mejor informado de sí mismo, debido al progreso de la ciencia y la difusión general de la enseñanza, en las expresiones de la vida colectiva se exponen diversos síntomas de un fenómeno preocupante que se puede denominar «debilitación del juicio». El hombre contemporáneo se halla ante la decadencia del juicio: se torna intempestivo atender el propio pensar y acudir a la expresión propia. Aun cuando en épocas pasadas el medio cultural e intelectual en que se desenvolvía el hombre tendía a ser más limitado, los hombres lograron alcanzar un juicio más independiente y extenso. En la medida en que las sociedades van alcanzando un mayor grado de organización, estas tienden a perder esta facultad. Los grandes logros culturales han traído consigo la degeneración del orden intelectual. Ciertas circunstancias y características que persisten en los tiempos contemporáneos son los factores que contribuyen a este debilitamiento del juicio, entre las que se pueden destacar las siguientes:
El acceso y la difusión del conocimiento en forma desmesurada. La organización moderna procura la enseñanza de una gran cantidad de conocimientos, cuya variedad ha producido que las sociedades actuales caigan en la superficialidad del dominio y entendimiento de estos conocimientos. Proporcionar un horizonte espiritual tan amplio en sociedades que no son poseedoras de los armamentos críticos esenciales son conllevadas a un debilitamiento de su juicio.
Aumento del elemento pasivo sobre el activo. Las expresiones culturales en el entorno moderno (como el canto, baile etc.) han quedado reducidas a la manifestación de terceras personas. El individuo actual ya no es partícipe ni creador de sus diversiones, alguien más ha de realizar estas acciones por él. La cultura también ha sucumbido a esta debilidad espiritual. El perfeccionamiento del espíritu se pierde entre las representaciones mecánicas de lo visto y oído.“La palabra y el juego escénico no son ya acción viva, sólo reproducción”.
La manipulación visual. El hombre actual es presa de una amplia sugestión de los elementos visuales: escogerá de lo que su entorno le ofrece anteponiendo el aspecto visual sobre el argumento o el contenido. Su juicio debilitado lo hace presa fácil a la manipulación de las imágenes.
Vida y Lucha
En las manifestaciones de violencia y en las ideologías en que se sustentan se da otro indicativo de la decadencia contemporánea. Durante el siglo XX, las guerras han sido justificadas y aceptadas bajo una normatividad que las difumina como una tendencia natural en el hombre.
La vida es lucha constante, por lo que dentro de toda cultura prevalece la aspiración. Dentro del cristianismo será el mal todo aquello contra lo que se lucha, el mal como algo que prevalece consciente dentro del alma humana individual. De esta forma se delimita el campo en que se debe y puede realizar esta confrontación, esto es por el hombre contra lo malo en sí mismo. Pero debido a acciones emprendidas por la Iglesia como las cruzadas, la concepción de lucha se traslada del dominio de la conciencia personal al de una vida pública de la comunidad. La exteriorización del sentimiento de lucha contribuye a la desaparición ética del sentimiento de lucha por la vida y a la nueva percepción de la lucha por la vida como una disputa colectiva por algún fin público. El mal se reduce a lo que busque perjudicar y moleste la estructura social. La lucha por la vida es vista como un deber público y se transforma en una lucha del hombre contra el hombre.
Esto se refleja en la facilidad con la que se extienden las luchas bélicas y las guerras en nuestros días. Ya no se busca luchar contra lo malvado, sino frente a un contrincante que no permite la expansión de las expectativas de la comunidad: se lucha contra el que impide la expansión del poder. Esta voluntad de lucha se impregna del sentimiento de odio hacia el adversario, cuestión que recae en el campo de la maldad. Al cumplir su misión en batalla, el soldado queda absuelto de esta tendencia de maldad y de odio que implica la guerra. Desde esta perspectiva cumple con su misión: sus acciones fungen como un alto desarrollo de las éticas. ¿Es posible extender la impecabilidad del soldado, hasta reconocer también que es impecable la enemistad de los Estados? “¿Puede reconocerse el buen derecho de un estado a guerrear por su propio interés?
En El Concepto de lo Político, Carl Schmitt menciona cómo lo político surge de la distinción entre amigo-enemigo. La esencia de las relaciones políticas radica en el antagonismo que se produce de esta relación. Teorías como estas orientan la necesidad del Estado hacia la guerra, ofreciendo explicaciones que justifiquen el derecho del más fuerte sobre el más débil y la negación de la existencia del pequeño Estado. Mediante estos postulados es notable ver cómo se antepone el existir sobre el conocer. Por lo que la antítesis política del amigo-enemigo es un reflejo más del descrédito del espíritu, que ha caído en la animalidad proclamando el mal como una pauta, dejando en segundo plano el conocer, con esto se hace un abandono hacia la posibilidad de juzgar el deber y llevar a cabo un juicio moral adecuado.
Heroísmo
El ideal del heroísmo actual nace de la desesperación basada en la filosofía de Nietzsche. Haber sustentado el ideal heroico en las propuestas de este filosofo ha resultado sumamente desastroso para el hombre contemporáneo. Esta imagen de héroe es dada bajo un espíritu que no toma en cuenta el orden del Estado y la convivencia social. La influencia de Nietzsche mediante el Superhombre ha degenerado el ideal heroico, invirtiendo el concepto del héroe. Actualmente el despotismo reina en torno al heroísmo, este se ha constituido como una nueva moral. La exaltación y el perfeccionamiento de esta perspectiva de lo heroico es una clara señal de cambio en la orientación que ha sufrido el espíritu actual al preferir la experiencia de la vivencia inmediata en vez del conocimiento y la intelección. En este factor radica el centro de la crisis cultual actual; la exaltación del hecho en sí, dará como consecuencia un opacamiento de la facultad crítica. El aumento del aprecio del heroísmo constituye en sí mismo un fenómeno de crisis y un claro síntoma de debilitamiento social. Hay unpeligro en el abandono de las normas de intelección como pérdida de la moral: es el rasgo decadente y peligroso de las sociedades que prefieren anteponer el vivir sobre el comprender. No habrá forma de anteponerse o rechazar a las autoridades violentas cuando son estos violentos los que dirigen y deciden el rumbo del Estado. Esta autoridad violenta llegará al extremo de toda crueldad humana porque en su fin hay una justificación de sus actos.
Puerilismo
El hombre actual, en un ámbito histórico-cultural, presenta una actitud pueril. Esta actitud hace referencia a cómo una comunidad se conduce de forma infantil, aun cuando su estado de discernimiento no debería permitirle actuar de esta manera. “Los hombres usan muchas veces el mundo como juguete [...] Todo lo que el hombre ha logrado aquí, en calculado dominio sobre la naturaleza, está puesto al servicio de un juego vano, que no tiene nada que ver con la cultura y la sabiduría, y que carece aun de los altos valores del juego mismo, puesto que no pretende ser juego.” El puerilismo al que son sometidas nuestras sociedades, se puede ver en las siguientes dos manifestaciones: En las actividades que por su naturaleza tienden a poseer un aspecto de seriedad e importancia pero en el fondo se encuentran revestidas de juego.
En las actividades catalogadas como juego pero que al momento de ejecutarse pierden su cualidad de juego como los juegos que adquieren la importancia de intereses internacionales.
Las sociedades actuales viven confundidas y sin la cualidad de poder distinguir entre lo serio y lo no serio. Dentro de las actividades que se afirman como formas de seriedad se esconde detrás de ello el elemento del juego y a la inversa, lo reconocido como juego, va perdiendo esta esencia difuminándose junto a lo serio por la excesiva organización técnica. La confusión entre lo serio y el juego ha unido y contaminado estas dos esferas. Una de las dolencias más fuertes de esta época es la imposibilidad de agotar el juego. No se toma en cuenta que una de las características esenciales del juego es que inevitablemente este tendrá que concluir, pero en muchos de los casos las sociedades actuales no son capaces de terminar con su juego. En muchas de las personas persiste una actitud infantil del juego frente a la vida, este es el espíritu común que persiste en la sociedad: una especie de pubertad permanente. Entre los defectos que trae el vivir bajo este estado pueril hay que mencionar los siguientes:
- La imposibilidad de distinguir entre lo correcto y lo incorrecto.
- Responder y actuar bajo opiniones ajenas.
- Concentración excesiva de la propia personalidad
La debilitación general del juicio y un carácter apático respecto a la crítica como base del estado pueril. Debido al prodigioso adelanto de la técnica, el hombre se encuentra inmerso en un mundo maravilloso que le ofrece gran cantidad de experiencias y objetos a su alcance. “Y esa vida que se ofrece tan fácilmente, ¿le dará cordura?”.
Supersticiones
El aumento de la superstición en una sociedad tiende a darse en épocas en que estas están propensas a dejar de usar las normas del conocimiento y el juicio, el uso de elementos supersticiosos se agudiza aún más en los tiempos en que la sociedad atraviesa por graves confusiones y desórdenes espirituales. Dos manifestaciones humanas de superstición revelan cómo el factor de la superstición es otro elemento visible del debilitamiento del juicio:
a) La aprehensión por el destino
b) La fe en la eficacia de la guerra moderna y sus medios
a). La representación supersticiosa del destino es basada en el hecho de que todo nuevo peligro trae consigo su propia forma de superstición. En cuestiones que implican un riesgo considerable se tiende a caer en supersticiones, se va creando una necesidad casi inevitable de recurrir a un especie de seguro psíquico.
b). “La confianza continuada en la eficacia de la guerra no es más que una superstición”: la guerra moderna ha resultado ser sumamente desastrosa, donde los aspecto positivos parecen no existir ante las separaciones y destrucciones que esta genera. “El espíritu de los pueblos se halla en la guerra tan completamente movilizado y al mismo tiempo tan envenenado, que toda guerra tiene que arrastrar forzosamente una cantidad enorme de odios”
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