martes, 13 de marzo de 2012

Resumen: Ortega, Rebelión de las masas

José Ortega y Gasset, La rebelión de las masas, Bacelona, RBA, 2004, capítulos I, II, III, VI, VII y VIII.

Resumen versión de Mauricio Prado

Ortega y Gasset comienza su texto mencionando un hecho que le llama mucho la atención, y es el hecho de la aglomeración de las masas. Menciona cómo los espacios públicos están atiborrados de gente y la pregunta que se hace es: dado que antes no existía esta aglomeración ¿por qué se da ahora? El autor explica que este hecho no se debe a un aumento en la población mundial, sino a un cambio en la distribución. Antes la población estaba distribuida por todo el globo mientras que ahora se concentra en los centros urbanos.

A esta nueva aglomeración le da el término sociológico de “masa social” y ésta no podría existir sin su contraparte “la minoría”. Y la diferencia entre “masa social” y “la minoría” es que la primera es un conjunto de personas no cualificadas, mientras que la segunda es un conjunto de personas cualificadas. En otras palabras, la “masa social” es aquella que está formada por individuos que no sobresalen, que se sienten “como todo mundo”, mientras que “la minoría” es aquel grupo de personas que sobresalen encima de los demás por sus cualidades, por haberse trazado un objetivo, un ideal y buscarlo. Es oportuno mencionar que esta división entre masa y minoría no es de clase social, sino en la “calidad” de los hombres, en sus cualidades, en su afán por sobresalir o por quedarse en el montón.

El hecho de esta aglomeración de personas, llamada masa, ha hecho que ahora las masas dominen por sobre las minorías. Las masas dominan ahora dos razones: la primera es porque ahora poseen privilegios antes reservados para las minorías (como baños, privilegios legales y sociales) que antes eran exclusivos de las masas. La segunda razón es que, al ser la masa una inmensa mayoría, las minorías tienen que obedecer los decretos de las masas, tiene que “rebajarse”.

Posteriormente Ortega y Gasset toca el tema de la evolución de los tiempos. Toca este tema en dos sentidos el primero es en el que se cree que los tiempos actuales son mejores que los del pasado. Una visión de la historia lineal y ascendente. La otra visión es la de la decadencia, en la que se cree que los tiempos pasados fueron mejores a los actuales, la “edad dorada”. Esta visión de un pasado glorioso es la que imperaba en épocas pasadas, en cambio en los tiempos de un pasado más cercano se tiene la otra visión de la historia, la lineal, en la que se cree que se está alcanzando la cúspide. Esto se debe a la sensación de haber cumplido “un deseo antiguo”: si se alcanza ese deseo se cree que estamos en la cúspide de la civilización, en cambio si existe la sensación de que ese deseo no ha sido cumplido, entonces hay un sentimiento de decadencia. Sin embargo, cuando se tiene alcanzado un deseo antiguo, se produce el sentimiento de decadencia y esto es porque ese tiempo está estancado. Al haber conseguido su deseo ya no tiene más que anhelar y se petrifica, se queda estático al ya no tener un ideal que buscar, la solución es renovar los deseos, trazarse una nueva meta. Y Ortega y Gasset señala que su tiempo vive en una etapa de sentimiento de plenitud como nunca se había sentido antes, y sin embargo no hay un deseo nuevo, no hay un ideal que alcanzar.

Trabajadores de Metrópolis (F. Lang, 1927)
Después, Ortega y Gasset habla de cómo es que el hombre-masa llegó a dominar la vida pública. Como consecuencia de un aumento en la calidad de vida, descubrió el hombre medio que no estaba atado a su condición social: se pensó a sí mismo sin impedimentos, sin límites, y entendió que era dueño de su vida y podía llegar tan alto como quisiera. En una palabra, se sintió libre. Esto se debe a dos causas: la democracia y a la técnica (experimentación científica e industrialización).

La técnica ha tenido como consecuencia que el hombre del siglo XX crea que sus comodidades y privilegios son naturales. No piensa en los esfuerzos que ha causado que las cosas sean así. El hombre-masa expresa una ingratitud ante los virtuosos que han hecho posibles sus comodidades. Es por eso que Ortega y Gasset denomina al hombre-masa como un niño mimado. Un niño mimado que fue engendrado por los hombres ilustres del siglo XIX, un niño mimado que cree que las cosas están puestas a su disposición naturalmente y sin tener que hacer ningún esfuerzo. Así, Ortega y Gasset también hace una distinción entre el noble heredado y el noble originario. El noble heredado es aquel que no hizo ningún esfuerzo para tener lo que tiene ahora, simplemente le fue dado sin importar si ha hecho algún mérito o no; a este orden pertenece el hombre-masa. En cambio, el noble originario es virtuoso y ha conseguido lo que tiene con su esfuerzo, a base de disciplina. El noble originario tiene que esforzarse, tiene que superarse a sí mismo, de comprometerse a fondo con algo. La nobleza originaria es diametralmente opuesta a la nobleza heredada, porque ésta no hace ningún esfuerzo ni compromiso por nada, salvo conservar las apariencias.

Por esto mismo, por no tener ningún compromiso por nada y por ser masa, es decir por ser mayoría, el hombre-masa también es un ser rebelde. Un ser que sin tener conocimiento de algún tema se siente capacitado para refutar las teorías y para retarlas: se siente supremo. Parece la típica disputa entre el sabio y el necio o tonto. Pero el hombre-masa no es tonto; en realidad, tiene más conocimientos acumulados que en ningún otro tiempo, pero esto es completamente inútil porque, diríamos hoy día, está completamente dogmatizado y sin capacidad de crítica. Actualmente la masa es una especie de pseudointelectual que se siente en el derecho de opinar sobre cualquier tema y creer que tiene la razón. El hombre-masa tiene ideas y se cree poseedor de las verdades. El problema no es que este hombre-masa tenga ideas, el problema es que no está comprometido con la verdad; se siente dueño de la verdad última y no acepta discusiones ni debates, simplemente impone su opinión sobre un tema y punto. En una discusión, el hombre-masa se sentiría perdido, sólo tiene ideas fijas y no puede defenderlas porque no sabe ni siquiera cómo se sustentan. Y en el hecho de que el hombre-masa no pueda discutir sus “ideas” radica el peligro, porque el hombre-masa no discute, impone, e impone por medio de la violencia, que es su recurso más fuerte.

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