lunes, 23 de abril de 2012

13.04 Consumo y hábito mental

Sesión 20
Texto revisado: Thorstein Veblen, Teoría de la clase ociosa, IV y V.

Bitácora versión de Mauricio Prado

En la clase del 13 de abril analizamos los capítulos IV y V del libro “teoría de la clase ociosa” de Thorstein Veblen. Iniciamos la clase con la sesión de preguntas entre las cuales destacó una acerca del posible límite al afán de prestigio. Nos cuestionamos si hay un límite sobre la cantidad de riqueza a la que alguien puede aspirar para sentirse satisfecho con el prestigio que se obtiene, y la respuesta fue negativa porque siempre habrá alguien superior en algún aspecto: si tienes grandes conocimientos de literatura habrá alguien que tenga mayores conocimientos en pintura y se buscará la superación en ese aspecto. Es por eso que nunca se deja de ambicionar. Otra pregunta fue si era natural el afán de ser reconocido por los demás como superior. El autor responderá afirmativamente, aunque en realidad se dedica más a estudiar el fenómeno del comportamiento (el afán de mostrarse superior) que a cuestionarlo.

Una vez terminada la sesión de preguntas, el profesor desarrolló el tema. Comenzó mencionando que se demuestra la ociosidad mediante el consumo de bienes. Para obtener un reconocimiento de los demás, es necesario consumir más de lo necesario, es decir, que en vez de comer en un restaurante barato que cubra las necesidades del hambre se come en un restaurante ostentoso para mostrar la superioridad o en vez de beber un licor barato se consume uno caro. Es así como en la actualidad se demuestra la superioridad sobre toda la sociedad, porque en un primer momento en las sociedades primitivas era sencillo notar el prestigio de alguien debido a la poca población y a que se cargaba (literalmente) con los objetos que mostraban la superioridad; en cambio, en la actualidad esto resulta impráctico, por lo que la superioridad se muestra con los bienes de consumo tales como autos, vestimenta, accesorios y comportamiento.
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Una forma actual de mostrar el ocio (y, por ende, la dignidad) son los refinamientos o ciertas costumbres. Por ejemplo, es una muestra de ostentación el tener buenos modales, conocer de arte, saber catar bebidas alcohólicas, saber de literatura, conocer las vanguardias de la moda y demás conocimientos que requieren una gran cantidad de tiempo. Estos conocimientos demuestran que el individuo está libre de las tareas de producción. Es una forma de demostrar el ocio cuando no se está en público, de demostrar que en privado invierte su tiempo en adquirir estos conocimientos, ya que solamente alguien que no hace tareas de producción tiene tiempo para adquirir esos conocimientos refinados.

Otra forma de mostrar el ocio es mediante las fiestas y diversiones, mientras más ostentosas sean las formas de diversión más prestigio obtiene el anfitrión. Un caso como este ya lo habíamos estudiado en el Potlatch, tradición que consta de hacer grandes derroches de riqueza para mostrar la superioridad frente a los demás. Otro modo de mostrar el ocio es mediante la mujer, ya que si la mujer de un hombre viste bien y también tiene buenos gustos es señal de un hombre digno. Podemos decir que en este sentido la mujer se vuelve objeto donde el hombre muestra su dignidad.

Estos son hábitos mentales que están muy arraigados. No sabemos si este afán de buscar el reconocimiento del otro es “natural”, pero es verdad que esa es la forma en la que pensamos desde los inicios de la humanidad, según Veblen. Es posible la pregunta de cómo cambiar estos hábitos mentales.

En la clase también se mencionó que es más fácil pasar de un estado de pobreza a uno de riqueza que viceversa. Esto es porque el rico estaba acostumbrado a muchas comodidades y el cambio resulta duro, de comer ostentosamente ahora tiene que comer más humildemente y así con todos los privilegios que antes se gozaban. En cambio para el pobre que se vuelve rico el cambio es más fácil y gratificante porque, acostumbrado a cosas más humildes y de calidad menor, aprecia y disfruta más sus nuevos bienes.

Al final de la clase se retomó un tema que ya se había desarrollado parcialmente al inicio de la sesión y es la emulación. La emulación consiste en tomar como modelo el comportamiento del estrato social inmediato superior y siempre tratar de ser más en comparación con quienes son nuestros semejantes: de ahí que el paradigma sea el de las clases ociosas en la cima del poder económico. Y vuelve a surgir la pregunta si es natural este deseo de ser más, esta constante comparación con los otros y querer superarlos, para Veblen la respuesta es afirmativa: siempre queremos ser mejor que los demás, siempre buscamos superar a los demás. Es posible que esta “búsqueda” tenga su base en el deseo de trascendencia del hombre.

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