domingo, 5 de febrero de 2012

Resumen. Safranski, El mal, 1

Rüdiger Safranski, El mal, o el drama de la libertad, España, Tusquets, 2005, capítulo 1.

Resumen versión de Guadalupe Estefanía Arenas

El texto comienza con la explicación que da Safranski sobre el origen. Según este autor, el origen generalmente se encuentra explicado en los diferentes mitos. Ejemplo de ello es la mitología griega, que refleja la manera en que los dioses crean el mundo y muestra una enorme genealogía de las divinidades, las cuales están relacionadas con ciertos fenómenos naturales. Sobre todo, con la mitología griega se da evidencia de la manera en que el hombre justifica lo que hay a su alrededor, pero sobre todo, cómo a lo largo de la historia no sólo el hombre ha alcanzado a explicar lo que existe, sino que en ocasiones este origen debe ser olvidado, aunque si bien se puede abandonar el origen, el hombre no puede desligarse totalmente de él.

La explicación más importante que nos brinda Safranki es su interpretación sobre los once primeros capítulos del libro del Génesis.

Como se sabe, Dios creó el mundo y todo lo que él contiene en seis días. Al crear al hombre, Dios le prohibió comer del árbol de la ciencia del bien y el mal. Ante esta prohibición tenemos varias explicaciones. La primera es que esta desobediencia a Dios trajo como castigo, primero, la muerte pues antes de la tentación se entiende que el hombre era inmortal; segundo, la mujer fue condenada a los dolores en el parto y al sometimiento por su marido y, en tercer lugar, castigó Dios al género humano destinándolo a trabajar.

A pesar de esto, el error de la tentación no radica en la desobediencia a Dios, ni mucho menos en que el hombre conociera el bien y el mal, porque se infiere que, si bien el hombre antes de la prohibición de Dios vivía en un estado de inocencia, tras esta censura se pierde dicho estado y no así cuando comió del fruto prohibido como se ha dicho muchas veces. El error del hombre radica en que quiso ser como Dios, por eso probó del fruto del árbol de la ciencia del bien y el mal, porque deseó ser omnipotente y omnisciente como Dios, para saber distinguir entre el bien y el mal aunque, como explica Safranski, con la prohibición también se infiere que el hombre ya sabía distinguir entre lo que era malo de lo que era bueno, pues sabía que si comía del árbol, haría algo incorrecto y si se abstenía de consumir su fruto, haría lo correcto.

En el momento de la prohibición, pues, Dios otorga al hombre el poder de la libertad que no significa necesariamente el triunfo del libre albedrío, sino que la misma libertad implica dos cosas: responsabilidad y fracaso. Entonces, el hombre al poseer la libertad otorgada por Dios, se hace semejante a él. La libertad otorga al hombre la conciencia de sí mismo, por tal motivo dejan de vivir de una manera unidimensional, sin embargo, se ve atrapado en la red de la envidia. Siente envidia de los animales porque no son conscientes, siente envidia de Dios porque es conciencia pura y también siente envidia del niño, porque tiene aún esa inocencia que el hombre adulto ha perdido.

Dios dijo el primer “no” y por esta razón el hombre también dijo “no” a sus prohibiciones y las pasó por alto. Al comer del fruto prohibido, Adán y Eva se dan cuenta de su desnudez, la cubren y pretenden esconderse de Dios para que no descubra su desobediencia, pero Dios se percata de su falta. El hombre, al esconderse se creyó invisible, pero a partir de la tentación, descubren que son visibles y anhelan volver al estado aparente de invisibilidad, es decir, buscan deshacerse de la mirada del otro.

Por otra parte, cuando Cam se da cuenta de la desnudez de su padre, se manifiesta el deseo humano por conocerlo todo, ese incesante anhelo de conocimiento, sin embargo, no se puede llegar a conocer todo y así es como el propio hombre introduce el mal al mundo y tiene que hacerse responsable de sus actos. El pecado original del que habla Safranski está claramente relacionado con la tentación, pero dicho pecado no fue causado por la serpiente, sino que este problema sólo le concierne a Dios y al hombre.

Tiempo después, el mal se ve desplazado hacia un ser: el diablo. El diablo se convertiría en el antidios, en enemigo del Todopoderoso y la personificación del mal, pero como bien menciona el autor: “No se puede creer en el diablo sin creer también en Dios”.

Dios, por todas estas razones, se da cuenta de que en el hombre es inevitable el mal. Ejemplo de ello son los patriarcas del género humano: Adán, Caín y Noé. Caín mató a su hermano por envidia y Adán pecó por soberbia. Dios comprende al género humano, pues después del diluvio, busca una nueva alianza con el hombre. Es así como el mal ya no sólo es parte del hombre, sino también de la condición divina.



[Añadido 12.02.12]

Resumen versión de Kevin Aguilera

Se puede abandonar el origen en dos sentidos, ya sea zafándose de él, o procediendo de él, con lo cual no se evade, pero no se puede olvidar el origen, pues regresamos a él para explicarnos qué pasa con nosotros mismos, así el origen es un comienzo, o un principio que comienza una y otra vez.

En todos los mitos del origen, se narra que había caos antes que el orden; por ejemplo, en Grecia, el principio es un infierno de violencia, asesinato e incesto. Al final hay una alianza de paz entre los dioses.

Al principio, Gea, fecundada por Eros parió a Urano, y este mismo fecundó a su madre. De ahí nació la segunda generación de dioses, los uránidas, los titanes, Océano y Cronos, los cíclopes y centímanos. Urano los metió dentro del cuerpo de su madre y esta los incita a tomar venganza. Cuando Urano quiere volver a penetrar a Gea, Cronos lo castra y arroja sus órganos sexuales al mar, de donde nace Afrodita. Cronos con su hermana engendra a Deméter, Poseidón, Hades y Zeus, y los devora, excepto al último, puesto que su madre lo escondió en un lugar inaccesible. Zeus regresa y comienza una guerra que gana contra su padre y decide hacer una división de poderes entre él y sus hermanos. En algún momento nacieron los hombres de la tierra y se mezclaron con los dioses. Cuando Zeus se impuso ante Cronos, pereció la generación de oro. La segunda generación era la de la plata, que se negó a dar sacrificios a Zeus y fue aniquilada. La tercera generación, la de bronce, era tan salvaje que terminó exterminándose a sí misma.

Se dice que la última generación la formó Prometeo con cenizas de los titanes, y como no le parecía a Zeus, mandó a Vulcano a que creara a Pandora, una hermosa mujer que abrió la caja donde Prometeo había encerrado todos los males y la esperanza. Según otra versión, los hombres sabían cuándo llegaría su muerte, así que se acurrucaban en sus cuevas a esperarla, entonces les concedió el don del olvido para que desconocieran cuando morirían y obtuvieron el afán del trabajo. Los hombres abandonaron sus orígenes como se escapa de una catástrofe.

También en la Biblia aparece el caos inicial, pero de forma insinuada. En el texto se narran las obras de Dios, con gran esmero y fuerza imaginativa. En el producir el hombre no está ocupado consigo mismo, sino con otra cosa fuera de él, y los pensamientos de Dios se hallan siempre en su creación, no es solamente un ser que se piense a sí mismo. El hombre, una vez creado, perturba el orden de las cosas dado por Dios con el pecado original, pues ignoró la prohibición de que comiera del árbol de la ciencia del bien y del mal, y trajo como consecuencia la muerte. Pero tal prohibición es contradictoria pues crea el conocimiento que ella prohíbe, pues ya está suponiendo que el hombre puede discernir entre el bien y el mal. El árbol prohibido al estar entre los demás árboles, el conocimiento del bien y del mal ya se encuentra en el hombre. La prohibición le condujo a hacer esa distinción, así el hombre no perdió su inocencia cuando comió la fruta, sino en el momento de la prohibición. Dios le otorgó la libertad en el momento en que le dio la libre disposición de aceptar o negar tal mandato. Cuando es consciente de su libertad, es consciente de sus posibilidades y la conciencia se convierte en deseo, incluso de lo que no le corresponde. Es la libertad la que asemeja al hombre con Dios.

Dios, al crear al hombre, añadió una apertura a su ser, le dio la dimensión del deber, lo que irrumpe la felicidad del paraíso, y comienza a ejercer su libertad, lo que le hace perder su unidad consigo mismo y con los demás animales. De ahora en adelante, el hombre envidia esos logros edénicos que había perdido, a los animales porque son enteramente naturaleza, sin conciencia perturbadora; a Dios, por ser el único de conciencia pura, y al niño por su inocencia. Es cuando acaba la infancia cuando el hombre recibe libertad de elección y su inocencia se desvanece.

La libertad perfecta es la que alcanza la vida lograda, pero la perfección es un atributo exclusivo de Dios, así que en el hombre no es garantía de nada: es solo oportunidad, y por ende, su precio puede ser el fracaso. La historia del pecado original narra cómo el hombre se hace a sí mismo en una constante elección.

En la historia del pecado original podemos ver la aparición del primer “no”, del espíritu de la negación, con la prohibición de Dios. El nacimiento del no y de la libertad están profundamente unidos, pues cuando Dios dice no, el hombre también puede decir no, a la prohibición.

Cuando Eva y Adán comen del árbol y abren sus ojos, se ven desde afuera, se vuelven extraños para sí mismos, descubren que, así como ven, también son vistos. La primera reacción es volver a lo invisible. De la vergüenza desean que la tierra los trague, lo cual significaría deshacerse de sí mismos, es decirse no a sí mismos.

Desde la primera prohibición en el paraíso, el hombre vive bajo la ley, la cual incita a su transgresión, porque sin la ley no hay pecado, sin ley que prohíba un acto, ese acto no toma el carácter de pecado. El conocimiento del bien y del mal no es en sí malo, sino lo que Eva y Adán se prometen de tal conocimiento, que es la aspiración de ser como Dios.

El hombre no debe querer saber demasiado, solo lo que le corresponde, ni querer verlo todo, pues hay que respetar algunas cosas ocultas. Cuando Cam ve a su padre desnudo, este es maldecido por su padre, por querer ver algo que debía estar oculto para él.

Los hombres son tentados por su propia aspiración, son los responsables de sus actos, debido a que la libertad implica responsabilidad, y por ende el querer desplazarla a otro.

En la historia del pecado original, la mujer es castigada con muchos sufrimientos en el embarazo y el parto, y el ser subordinada a su marido. La producción del hombre a través del hombre, es decir la forma en que produce los alimentos para su subsistencia, es un asunto laborioso y penoso, es el trabajo, y es el castigo para el varón y la mujer. Por ende, la historia comienza con el castigo, cuando se pierde lo mejor, pero el único causante de su propio mal es el hombre mismo. Al hombre no le queda más que ennoblecer su trabajo.

Después del diluvio, en Dios se produce un cambio pues comprende que en el hombre se da el mal, y se atiene a la idea de que hay que aprender a convivir con el mal, desde ahora el mal también pertenece al ser divino.

Dios da al hombre el derecho de castigo lo que significa que ahora los hombres tienen que protegerse ellos mismos unos de otros, se hicieron adultos y dependen de ellos mismos para su conservación. Después del diluvio se llega a una alianza divina que es un pacto social. Es la segunda creación, la de la sociedad, la primera fue del mundo.

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